Lisette Oropesa es una de las sopranos latinas que actualmente goza de reconocimiento y prestigio, cuyo trabajo es destacado no sólo por los críticos de ópera, sino por el público. Una estadounidense de origen cubano, Oropesa se ha presentado en las principales casas operísticas del mundo y actualmente está haciendo su debut en Lyric Opera of Chicago.
Estar en Chicago le da la oportunidad de volver a protagonizar “The Daughter of the Regiment” siete años después, ya que las veces anteriores la interpretó en las óperas de Washington y en Pittsburgh en 2016 y 2015. Oropesa ya se había presentado antes en Chicago en producciones de Chicago Bach Choir and Orchestra, Chicago Symphony Orchestra y Ravinia Festival.
“¡Muchas cosas han cambiado en mi vida en siete años, mi voz, mi cuerpo y mi cabeza!”, dijo Oropesa en entrevista para La Voz. “Ha habido un cambio en la forma en que funciona el mundo de la ópera y, colectivamente, todos hemos pasado por un tiempo lleno de cambios tremendos en el mundo tal como lo conocemos”.
“The Daughter of the Regiment” es una ópera cómica de dos actos con música del italiano Gaetano Donizetti y libreto del francés Jean François Bayard y J. H. Vernoy de Saint-Georges, basado en una pieza de Carl Gollmick. Su estreno fue en 1840 en París, Francia.
En esencia, es una historia de amor que ocurre durante las Guerras Napoleónicas de principios del siglo 20. Su protagonista Marie, fue abandonada por su familia durante una batalla siendo niña y adoptada por una tropa de soldados que la considera su hija, “ángel guardián” y a la que crían con su temple y visión.
“Mi personaje, Marie, sigue siendo una chica cabezona que lucha por encontrar su verdadero yo en un mundo en el que no forma parte de una familia y una estructura convencionales y en el que se esperan cosas diferentes de ella”, dijo Oropesa.
Sin embargo, Oropesa tiene otra visión de lo que es “The Daughter of the Regiment”.
“Para mí, esta ópera siempre tratará sobre la identidad de género, cómo ser una ‘niña’ y lo que eso realmente significa; ese es un tema muy importante en esta ópera. Marie está adelantada a su tiempo porque está más preocupada por ser ella misma que por ser un gran ejemplo de ‘niña’. Es una historia enriquecedora que estoy feliz de contar una y otra vez”, detalló.
Al ser la primera vez que esta ópera se presenta en Chicago, tiene varias sorpresas que la distinguen. Oropesa la definió como una producción más activa y entretenida.
“Nos estamos divirtiendo mucho en el escenario, pero más allá de los chistes también trabajamos duro para contar una historia conmovedora sobre el amor y la aceptación”.
En la función de estreno ocurrida el pasado 4 de noviembre, el público pudo constatar la complicidad que hay entre el elenco. Además de ver también a otra mujer llevando la batuta, la directora de orquesta y pianista italiana Speranza Scappucci.
“Es un honor para mí trabajar con la maestra Speranza Scappucci, que también debuta, y estamos encontrando nuevas ideas musicales juntas. En el bel canto tienes la oportunidad de improvisar y dejar que la voz use colores para contar la historia. También hay mucha variedad en lo que puedes hacer musicalmente con esta ópera, y estamos tomando excelentes decisiones”, compartió la soprano.
Una de esas variedades o permisos creativos que se aprecian en esta producción es cuando Oropesa parece salirse del libreto en francés. Sigue siendo Marie, pero por unos minutos, en una parte de su monólogo donde habla de sus quehaceres como la hija del regimiento, comienza a hablar en español con acento y expresiones cubanos.
Es en esa escena cuando Marie muestra a Oropesa, para sorpresa de la audiencia. Ante esa escena los de la audiencia, que entienden el idioma, no pueden evitar reír y hasta carcajearse de ese momento tan divertido, tan jocoso, tan auténtico como la Marie de Oropesa y tan necesario para continuar con el diálogo de la diversidad en cualquier medio y en ciudades como Chicago donde el español en sus diferentes expresiones está tan presente.
Esos minutos hablan de una realidad del mundo de la ópera donde las historias y voces latinas van cobrando fuerza, como fue el caso de la producción de “Florencia en el Amazonas”, protagonizada por la puertorriqueña Ana María Martínez, quien es todo un referente y ya leyenda en el género operístico y quien se presentó hace dos años en Lyric Opera of Chicago, así como las voces de las mexicoestadounidenses Ailyn Pérez —originaria de Chicago— y Cecilia Violetta López.
Oropesa es testigo de que hay más representación latina en el mundo de la ópera.
“Estoy muy feliz de ver que la representación continúa aumentando. Como cubana-americana, estoy orgullosa de dar un ejemplo positivo en mi comunidad y para el mundo. Creo que es importante ver a las mujeres hispanas en posiciones no sólo de influencia, sino también de liderazgo y poder, más que simplemente como sopranos principales.
“Sería bueno ver que las directoras de orquesta, las directoras de escena y las administradoras latinas tuvieran una mayor representación”, enfatizó.
Y también que esa representación se vea en el público, ya que aún se considera que los latinos no están tan cerca de la ópera como debiera. Compartió que no creía que el público latino esté desconectado de la ópera, citando a su familia que creció escuchando música clásica.
Señaló que muchos grandes cantantes latinos a lo largo de los años provenientes de países como México, España y Cuba, recibieron formación clásica con hermosas voces y se convirtieron en leyendas para nosotros. Y una gran parte de la música latina siempre ha tenido un fuerte elemento vocal.
“Los cantantes de mariachi de México tienen más en común con el canto clásico que con el pop. Además, el propio idioma español con todas sus hermosas vocales abiertas, ayuda a formar una excelente técnica vocal. De hecho, creo que los latinos tienen una conexión maravillosa con el mundo de la música clásica y con el canto; siempre me alegra escuchar sus ovaciones entre el público”, explicó a detalle.
Esa alegría de escuchar las ovaciones en su lugar más especial y seguro, como llama Oropesa al escenario, también es una emoción como pocas. El escenario, dijo, es el espacio seguro más increíble y a la misma vez vulnerable.
“Estás ahí para que todos te vean, pero nadie puede detenerte, nadie puede controlarte; eres libre de ser y dar y tienes mucho poder en ese sentimiento. También eres completamente vulnerable a tu voz, tu respiración y tus emociones, lo que puede tener un efecto muy fuerte en cómo te sientes. ¡Puede dar mucho miedo!
“Pero con la experiencia ganas confianza y control y realmente puedes encontrar tus límites e intercambiar una hermosa emoción con tus colegas en el escenario, y llega al público, ¡que está ahí para ti! Es [algo] extraordinario”, compartió.
Oropesa está próxima a cumplir dos décadas de carrera artística, misma que ha disfrutado con la responsabilidad de cuidar su instrumento, que es su voz, pero también su cuerpo, su mente, su salud.
El “bel canto” es de las disciplinas artísticas más complejas y demandantes. No hay autotune ni pista para cantar. No hay efectos, no hay nada. La voz no es una creación de inteligencia artificial o un comando. Hay sólo talento, disciplina, mucha dedicación y, ante todo, la vulnerabilidad y complejidad de ser humano.
“Puede ser difícil separar los éxitos y fracasos de tu carrera de los personales, porque tu instrumento, tu voz, tu presencia en el escenario, es todo tú. La mejor lección que he aprendido es que soy una artista pero soy más que eso.
“Primero soy un ser humano y el arte es lo que este humano usa para comunicarse. No al revés. Si tu arte es tu identidad total, puede ser peligroso. Estoy feliz de que mi arte sea como mi ropa. ‘I wear the clothes, they don’t wear me’ (yo uso la ropa, la ropa no me usa a mí), ¡Pero no saldría de casa sin vestirme!”, remató Oropesa divertida.