Hay formas de hacer que tu casa resalte: pintar las ventanas, cambiar la puerta. O, como hizo Martín Castillo, puedes comisionar un mural de dos pisos que cubra la pared lateral de tu casa.
La enorme obra de arte lleva unos 13 años en la casa del 3932 W. 59th St., después de que a Castillo se le ocurriera la idea a media noche.
El mural tiene dos caras: una que representa la vida en Estados Unidos y otra que representa la vida en México, donde nació Castillo.
“En México, la gente solía tardar mucho en comer; se tomaban la siesta”, dice Castillo, de 53 años. “Y, aquí, en Estados Unidos, no hay tiempo. Todo es de prisa”.
Esa diferencia de estilo de vida se refleja en los detalles de la obra, que Castillo le encargó a un artista.
En la parte superior izquierda de la obra representa el “motor” de Estados Unidos. La máquina produce un montón de dinero. Y hay hombres de negocios bien vestidos.
“Tienen un teléfono en una mano y una hamburguesa con queso en la otra”, dice Castillo.
Luego se ven las montañas de México. Dos mujeres preparan tortillas a mano mientras un ranchero observa sus cultivos. La exuberante vegetación y la tierra café componen la escena, bajo un cielo azul brillante con la Virgen María observando desde las alturas.
Castillo llegó a Estados Unidos en 1988 y empezó a trabajar como tortillero por $3.50 la hora. A partir de ahí, dice que empezó a conducir un camión entre Nueva York y Chicago. Ahora, dirige su propio negocio de venta de productos de chicharrón.
“Estoy muy orgulloso de haber nacido en México, pero también de vivir aquí, en Estados Unidos”, dice Castillo.
Liliana Cabrera, sobrina de Castillo, dice que el mural representa el viaje de su tío de México a Estados Unidos y le recuerda que la felicidad puede encontrarse en ambos lugares.
“En Estados Unidos se gana dinero, y tal vez sea una vida muy ocupada, pero a pesar de todo es una vida hermosa”, dice Cabrera, de 27 años. “Y, en México, no tienes todas las cosas materialistas todo el tiempo. Pero tienes tu cultura y el amor por tu familia, y siento que eso lo hace completo”.
“Estoy segura de que muchos mexicano-estadounidenses de primera generación pueden estar de acuerdo en que es lo mejor de ambos mundos para nosotros”.
Cabrera, nacida en Chicago, recuerda haber crecido con el mural y otras obras de arte que representaban a México. Dice que eso siempre hizo que el país se sintiera como otro hogar.
“Mi familia siempre ha incorporado en todos nosotros la importancia de la cultura mexicana, y siempre estaré agradecida por eso”, dice Cabrera.
El mural proporciona un sentido de “nostalgia” a la familia de Castillo: sus 11 hermanos, su madre de 86 años y todos sus sobrinos.
“No podemos tener una carne asada pequeña”, dice Cabrera de su gran familia. “La mayor parte del verano la pasamos aquí todos juntos”.
“Mis vecinos me decían: ‘Tienes una fiesta cada semana’. Yo les dije: ‘No tengo ninguna fiesta’”, cuenta Castillo. “Sólo vienen a comer”.
Sobre el mural de la casa, Cabrera dice: “Definitivamente es parte de nuestra infancia y todavía lo es. Ese mural significa mucho para todos nosotros”.