Una de las agrupaciones del son jarocho que ha logrado traspasar fronteras y llevar su música al mundo con todo el calor de Veracruz y su cultura es Mono Blanco, para quien su historia a nivel internacional comenzó en Chicago.
Fundado en 1977 por Gilberto Gutiérrez y su hermano José Angel, junto con Juan Pascoe, Mono Blanco tuvo su primera presentación en “La Ciudad de los Vientos” a mediados de la década de los 80, gracias a una invitación del Old Town School of Folk Music, según recordó Gutiérrez.
“Chicago representa mucho para nosotros, hemos ya estado varias ocasiones presentándonos solos, con otros grupos o en festivales. De esa primera presentación, recuerdo que hacía mucho frío, fue en febrero de 1987 o 1988. Entró un norte y vimos bajar la temperatura, pero con esa presentación en Chicago comenzó la vida internacional de Mono Blanco; en abril de ese año nos fuimos por primera vez a Corea del Norte”, le contó en entrevista telefónica a La Voz.
Su presentación este 9 de diciembre como parte de la serie de conciertos de música latina presentados por el International Latino Cultural Center, viene a continuar con su historia con la ciudad.
Para el fundador de Mono Blanco, el son jarocho en su música y poesía expresa todos los sentimientos del ser humano y es capaz de llevarte de la risa al llanto y siempre adentrarse hasta la raíz de la tierra y tradición de la cultura veracruzana.
Gutiérrez destacó que el acercamiento del son jarocho con “el norte”, como suele llamarse a Estados Unidos en México, data desde la década de los años 40. Citó al norteamericano originario de Filadelfia, Joseph Raoul Hellmer Pinkham (1913-1971), quien fue etnomusicólogo, antropólogo y sociólogo estudioso de la cultura mexicana que se especializó en recopilar y difundir la música tradicional mexicana, especialmente el son jarocho.
Será una velada de mucho son e improvisación. “El son jarocho es un género para improvisar”, dijo. “Aunque toquemos nuevamente un tema como ‘La guacamaya’, no será nunca lo mismo. Generalmente ofrecemos un repertorio que muestra los varios ritmos que engloban el son jarocho, que es un género para cantar poesía. Los que dominen el idioma español podrán disfrutar mucho de esto y los que no, se llevarán todo el sentimiento”.
Actualmente el grupo está integrado Gisela Farías (jarana), Andrés Vega Delfín (requinto jarocho), Octavio Vega Hernández (requinto, jarana y arpa), Iván Farías (jarana) y Juan Campechano (leona).
El año pasado, Mono Blanco tuvo una participación relevante en la canción “Lift Me Up”, de Rihanna, que fue el tema principal de la película “Black Panther: Wakanda Forever”, misma que estuvo nominada al Oscar a Mejor Canción.
“Fue una fortuna ser parte de esa canción, no digo que fue suerte porque nos respalda nuestro trabajo”, precisó Gutiérrez.
La invitación fue hecha en parte gracias al músico y productor mexicano Camilo Lara quien participó en la banda sonora y quien le sugirió al productor y compositor sueco Ludwig Göransson —compositor de la banda sonora del filme— incluir a los veracruzanos.
“Esta canción nos conmovió muchísimo, es muy fuerte y con mucha energía y sentimiento. La señora Rihanna es una gran cantante y fue un honor estar nominados. No ganó, pero creo que es la canción ganadora porque ya es un clásico de Marvel, de Black Panther y de Rihanna. Ese es el verdadero Oscar para nosotros, ser parte de una canción que va a perdurar con el paso del tiempo”, agregó.
El cine no es ajeno para Mono Blanco ya que antes de “Black Panther” su música formó parte de la banda sonora de filmes mexicanos como “Roma” de Alfonso Cuarón y “Danzón” y “Sin dejar huella” de María Novaro.
“Cuando nos preguntan cómo le hicimos para llegar al cine, simplemente respondo que el cine llegó a Mono Blanco. Agradecemos a personas como Camilo Lara que saben de la capacidad del grupo, que saben que somos profesionales y que tienen buen gusto”, compartió.
De su labor de preservar el legado y tradición de unos de los géneros musicales con más raíz en México, dice que lo tienen muy claro: así como hacen giras internacionales, no dejan de hacer los fandangos “allá en el rancho”, en su tierra veracruzana.
“Así es como se mantiene la tradición y se demuestra que ambas cosas pueden coexistir y, de paso, les ayudamos a los jóvenes a que afiancen su identificación con el legado, la música y la tradición; a jóvenes que antes se avergonzaban de sus orígenes les demostramos que es una vida compatible. Nosotros tenemos que seguir abriendo espacios para que los músicos que vienen continúen en el camino, que nuestra presencia esté vigente y no se olvide lo que somos”.